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Torre Almenara

Torre Almenara

TORRES DE ALMENARA

El Diccionario de Autoridades (1726) define el término «almenara» como «El fuego que se hace en las torres y atalayas de la costa del mar, y algunas veces en tierra para dar aviso de alguna cosa, y particularmente si hai embarcaciones enemigas. Algunos son de asentir, como Diego de Urrea, que es voz Arábiga; pero Covarr(ubias), y otros dicen viene de la palabra Almena, porque estos fuegos se hacen encima de las almenas de las torres, lo cual parece más verosimil. Lat.Signum fumo e prealtis turribus & speculis datum. PRTID. 2 TIT.26 I.24. Que oyan e vean de lejos, así como atalayas, o almenaras. MARM.Rebel. lib.5, cap3. Con orden que a media noche hiciese una almenara de fuego, para que viéndola las centinelas tocasen armas».

En su última edición, el Diccionario de la RALE, sin embargo, acepta por completo el origen árabe del término: «Del ár. Al-manara, el lugar de la luz. Fuego que se hacía en las atalayas o torres, no sólo en la costa del mar, sino tierra adentro, para dar aviso de alguna cosa, como de acercarse embarcaciones o tropas enemigas».

En resumidas cuentas, «almenara» es singular de Al-manur, que significa lugares de fuego, pero se traduce más bien como torre de vela o de señales, o atalaya. Se aplica en términos históricos a la torre de vigilancia y señales, de origen árabe, con acceso normalmente elevado. En origen, atalaya también era la persona que servía de avisador.

Por lo general se trata de una torre de tambor, es decir, una torre cilíndrica o cubo. Suele asociarse con torres anchas y poco altas.

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LA CONSTRUCCIÓN DE LA TORRE

Torre Arenilla se concluyó en 1599, según un informe municipal de Palos, mientras que la de Punta Umbría, según la lápida de mármol blanco situada en la vertical de la puerta, bajo la buharda, lo hizo en 1611.

Con algunos años de tardanza respecto a las órdenes del Rey, acabaron por levantarse las dos torres de almenara que defendían la ría Tinto – Odiel: Torre Arenilla y Torre de Punta Umbría. Las dos nuevas torres, una a cada orilla de la desembocadura conjunta de los ríos, cerrarían la entrada de la barra a los piratas, siempre que contasen con la adecuada dotación artillera y «municiones y gente de guarda». Así pues, habrían de construirse «una de las dichas torres en el sitio que dicen la Punta de Umbría (sic) y al otra en el sitio que dicen la Cascajera, que la una es en la tierra firme de Levante y la otra de poniente».

LAS TORRES Y LA DEFENSA DE LA COSTA

Para defenderse de las peligrosas incursiones de piratas y enemigos de la Corona, en época de Felipe II, se irán levantando las torres de almenara de la costa de Huelva. De poniente a Levante, el sistema defensivo costero quedó establecido de la siguiente manera: en Ayamonte, y en la barra del Guadiana, el viejo castillo de las Flores y la batería de las Angustias y, a media legua de aquella, próxima a la línea del mar, la torre de Canela, con esplanada para tres piezas de artillería; a tres leguas, en el estero de la Redondela; su castillo; ya en Lepe, a una legua, la torre del Catalán; a la entrada del río Piedras, y esteros de Lepe, la torre del terrón y el castillo de San Miguel de Arca de Buey, un despoblado desde principios del siglo XVII. A tres leguas de distancia de la torre de Punta Umbría defiende desde el Oeste el estuario del Tinto-Odiel, que refuerzan el baluarte de la Estrella y el Castillo de San Pedro. La torre de Punta Arenilla defiende la orilla oriental y la entrada del Tinto, reforzada con la defensa del promontorio de la Rábida y el castillo de Palos. El sector más oriental, la playa de Castilla, se guarnece con las torres de Loro o del Oro, indistintamente, Asperillo, la Higuera, Carboneras o Matalascañas, Zalabar y San Jacinto.

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LA CONSTRUCCIÓN DE LAS TORRES

Planta y Corte transversal de una Torre Vigía con doble bóveda por Juan Martín de la Puente. (Archivo General de Simancas, Guerra Antigua 155 a – Mapas y Planos , V – 22. Siglo XVI.

Transcripción: “Esta torre grande conforme a la planta y montera, siendo las bóvedas de ladrillo y de muy buena obra competente, con sus algibes y todo lo demás que convenga, acabadas y puestas en aquella defensa que conviene al servicio de Dios y de su Majestad, costará mil y quinientos ducados poco más o menos, y la pequeña así mismo, conforme a la traza, costará mil y cien ducados poco más o menos.

Gruesos de paredes. Planta del grueso de la pared del Cubo Redondo. Arriba de lo que escarpea. Planta del grueso del medio adonde ha de haber las dos bóvedas y, desde el cordón alto arriba, ha de resaltar la pared la mitad del grueso que los merlones o parapetos, a causa de que haya más plaza arriba por el recular de la artillería. Planta de las torres grandes. Con este registro se puede ver y medir cada cosa a tamaño de los grandes; son 10 pasos de a tercia y estos pequeños son de a pie cada uno.”

Esta pared señalada en el parapeto ha de ser mitad de la del cubo por la razón dicha en la planta. Esta es la bóveda alta no ha de haber escalera, porque los artilleros o guardias de estos cubos han de subir con escaleras de cuerda y las escaleras subirla arriba. Esta es la bóveda baja que cae sobre el terraplén, el cual ha de ser la tercera parte, que se entiende hasta el cordón primero señalado A con arriba. Firmado Juan Marín (rubricado). “Maestro de la puente y fortificación de Cádiz.”

Algibe para recoger las aguas que caen del cielo donde no se pudiera hacer el pozo en el medio de la torre.”

Planta y corte transversal de una torre vigía con una bóveda. Por Juan Marín. (Signatura consecutiva).

Transcripción: “Esta torre ha de ser terraplenada la tercera parte como la otra que se entiende está el cordón primero. Planta del grueso del cubo. Cada tamaño de esto es diez pies. Esta torre no tiene más que una bóveda y por la orden de la grande se ha de medir y comprender toda ella salvo que la otra tiene 35 pies de ancho y 70 de alto y ésta tiene 28 de ancho y 60 de alto. Firmado Juan Marín, maestro de Cádiz. Por su Majestad.”

CORSARIOS Y PIRATAS

Como señalaba Braudel, en el Mediterráneo no se emplean las palabras pirata y piratería, sino corso y corsar. Junto a la gran guerra, la guerra de Estados, el corso es allí tan viejo como la historia. Sobre sus aguas llegó a ser una forma legal de guerra, practicada por cristianos bajo el pretexto de confiscar los bienes de judíos o turcos.

La piratería, por el contrario, fue el término más restringido que designaba las prácticas al margen de la legalidad (básicamente robo y saqueo en le mar), emprendidas por particulares. En tanto que el corso era casi siempre la obra de una ciudad, aunque ésta actuase sin acuerdo con el Estado. Los modelos pueden multiplicarse, tanto en el campo cristiano: La Valeta, Liorna, Pisa, Nápoles, Mesina, Palermo, Trápani, Malta, Almería, Palma de Mallorca, Segua o Fiume; como en el musulmán: Valona, Durazo, Trípoli de Berbería, Túnez, La Goleta, Bizerra, Argel, Tetuán, Larache o Salé.

Argel bien pudiera representar el prototipo de las ciudades corsarias. Ciudad de nueva planta, fue lugar común de amparo y avituallamiento de incursiones corsarias. Su privilegiada situación en el circuito de los intercambios entre oriente y occidente hacía posible el binomio inseparable comercio-corso.

CRONOLOGÍA DE INCIDENTES Y CORSARIOS

1621: Cerca de la frontera portuguesa le habían apresado a Martín Alonso Cordero, vecino de Huelva, «su barco y caudal en sardinas».

El Cabildo de Huelva recababa la ayuda de todos los vecinos para fortalecer el terraplén de la Calzada y emplazar en su baluarte cuatro piezas de artillería que se habían podido conseguir, «respecto a estar la mar tan llena de enemigos».

1628-29: Se capturan «ciento y cincuenta y quatro (moros) y sus vanderas».

1661: Felipe IV concede a los pueblos de la costa onubense, «a la legua de un brazo de mar», la gracia de ser libres y exentos de la leva y saca de gente para la milicia, pues sus hombres eran necesarios para la protección del Reino ante los ataques corsarios.

1663: Garrocho detiene en la Barra de Saltés al «Moro Solimán Negro» junto a ciento cuarenta y cinco turcos.

1642-43: se repiten las advertencias de peligro: en un caso se precavía sobre las 26 galeras salidas desde Argel, de las que 24 habían recalado en Tetuán y dos se dirigían con rumbo a Cádiz; En otro, el duque de Medinaceli afirmaba haber localizado dos galeras de turcos con dirección a la barra de Saltés.

1675: el duque de Medinasidonia nombra por «teniente de la Galeota a Juan Ortiz Limón. El carpintero de ribera Manuel de Silva vendía al vizconde de la Torre del León, «residente en Vexel,… una fragata de treinta y dos remos nombrada Ntra. Señora de la Sinta la qual hube y compré de la pressa que por horden del excmo.duque de Medina Sidonia se hizo corsario famoso Cara Solimán y por otro nombre el Negro…por presio y quantía de ciento y cinquenta y cinco pesos en plata noble».

1691: En respuesta del Cabildo de Huelva al duque de Sesa, que había solicitado conocer el «número de moros» que estaban apresados en Huelva con el objetivo de intercambiarlos con cautivos cristianos, se señala: «no haber en esta villa moros algún». A partir de este año las incursiones corsarias fueron mucho menos frecuentes, aunque la torre siguió desempeñando su función defensiva en los conflictos bélicos de la corona, cuando el enemigo trataba de dar un duro golpe al suroeste español y, con él, a América.

CRONOLOGÍA DE INCIDENTES Y CORSARIOS II

1574: se concentra a los vecinos de Huelva en la plaza de San Pedro para que se preparen ante la inminencia de un asalto de corsarios berberiscos.

1549: el Duque de Medinasidonia ordena «tener apercibida y a punto de guerra toda la gente de caballo y de pie de mi Casa y estado para socorrer a … los otros puertos desta Andalucía».

1558: el Capitán Garrocho rinde al corsario Papasali, junto a cinto ochenta y seis 3turcos. Su pequeña armada se componía de tres «barcos luengos».

También captura otro bergantín con «sesenta y ocho moros».

1559: el Concejo de Huelva, ante la noticia de que «catorce galeras de turcos» se aproximaban a la costa, con intento de hacer todo el daño», acordaba que los «vecinos y moradores de la villa permanecieran de noche en sus casas y no durmiesen en los campos».

1608: se dio alcance en el Estrecho de Gibraltar, hasta donde se había seguido desde la misma barra de Huelva, a otro bergantín de moros.

1618: el Duque ordena a la villa de Huelva ante un inminente ataque que «se prevenga de pólvora y municiones y se haga un terraplén en la Calzada a donde se pongan las piezas gruesas»

Ante el aviso de que 70 barcos corsarios merodean las proximidades del estrecho, se ordenaba colocar en las Torres de la Arenilla y Punta Umbría «tres guardias, pólvora, balas y otras cosas, por cuyo coste Huelva trate con Moguer, Palos y S. Juan del Puerto».

1620: La prevención aconseja preparar a los vecinos con los alardes correspondientes y visitar las tiendas de mercaderes para conocer su provisión de pólvora, cuerdas y balas. Incluso se pide al duque permiso para usar unas piezas de artillería que se hallaban en el castillo de San Pedro, «porqué allí no hasen efecto».

Asalto a la villa de Cartaya, cautivando a jóvenes de las más conocidas familias. En el mismo lugar del suceso el marqués de Gibraleón mandó levantar una lápida conmemorativa en 1765.

VÉRTICE UMBRÍA

Un Vértice Geodésico es una señal permanente, materializada sobre el terreno, que forma parte de una red de triángulos cuyas coordenadas se han calculado con la mayor exactitud y precisión posibles. Dicha red de triángulos da la vuelta a todo el globo terráqueo; es decir,el mundo entero está comunicado a través de los Vértices Geodésicos y con el mismo sistema de coordenadas.

La señal por lo general es un cilindro de aproximadamente 1,20 m de altura montado sobre un dado de hormigón. Sobre esta señal se instala el instrumento topográfico para hacer las mediciones necesarias. Desde cada señal deben observarse varias, lo que quiere decir que los vértices están situados en los lugares más altos y despejados, con la mayor visión paisajística posible.

El VÉRTICE GEODÉSICO UMBRÍA, se construyó por primera vez el 26 de mayo de 1871 sobre esta torre de almenara. En la actualidad y debido al cada vez mayor número de usuarios de las técnicas de mediciones por sistema GPS (medir recibiendo señales de satélites), el Instituto Geográfico Nacional ha reestructurado el sistema y ha catalogado a algunos de sus vértices como REGENTE (RED GEODÉSICA NACIONAL POR TÉCNICAS ESPACIALES), siendo el Vértice Umbría uno de ellos.

LA TORRE, UN REFERENTE

El mismo nombre de Punta Umbría se relacionó desde el exterior con la Torre desde su construcción. A partir de mediados del siglo XIX, la Torre fue además, y por su excelencia, el símbolo del patrimonio histórico de la población, por encima incluso de otros restos arqueológicos de siglos anteriores.

La Torre ha sido fuente de inspiración de los numerosos artistas plásticos que viven o se acercan con frecuencia a la población. El mismo inmueble o el paisaje que se domina desde el terrado constituyen un constante referente literario entre poetas y narradores.

Hasta el punto constituye su elemento más emblemático que, tras la autonomía municipal, la Torre de Almenara se incorporó por derecho propio al escudo heráldico de Punta Umbría como el blasón que mejor la identifica.

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EL CUARTEL DE LOS CARABINEROS

El Cuerpo de Carabineros, que tuvo por misión, entre otras cosas, el control aduanero, se creó en 1829 y, al menos, desde 1832 ya estaba instalado en punta Umbría, a donde permaneció acuartelado hasta su disolución. La Torre, que sirvió de almacén y, casi con toda probabilidad, de atalaya de vigilancia para prevenir el contrabando, y sus alrededores fueron el lugar elegido para su asentamiento.

Junto a mínimas instalaciones pesqueras, construidas con maderas y techos vegetales, el cuartel sería la única edificación consistente hasta la llegada de los ingleses, a finales del siglo XIX.

Los carabineros -ha escrito Juan Carrero- llamaron a este lugar, incluso oficialmente, Torre Umbría. Sin embargo, los marineros y el Ayuntamiento Matriz de Cartaya, le denominaron Punta Umbría. Punta por su propia configuración geográfica: península en punta bordeada por el Océano y la Ría. Y Umbría procedente del latín “umbra -significa sombra-, que le viene de su abundantísima vegetación”.

LA TORRE, CENTRO DEL CRECIMIENTO

Cuando llegan los ingleses a punta Umbría, en los alrededores de 1880, la única construcción perdurable era la torre. Existían, además coma unas veinte chozas que, con carácter estacional, utilizaban los pescadores de los pueblos del entorno, en especial, Huelva y Cartaya; una taberna, con el curioso nombre de la Polaca; y una caseta para los carabineros, emplazada en la actual plaza Pérez Pastor.

Los ingleses se decidieron por iniciar el desarrollo de la población tomando como centro de crecimiento la Torre de Punta Umbría.

Con todo, a finales del siglo XIX y a principios del siglo XX, las actividades del poblado eran muy reducidas y tenían un marcado carácter estacional: la pesquerías y visitas “balnearias” de los ingleses se reducían a los meses de verano. En el entorno de la torre durante todo el año sólo permanecían los carabineros (cinco números de tierra y cinco de mar) y sus familias. Encargados del control del contrabando, consta que practicaban la pesca del palangre y la “lavá” y complementaban su subsistencia levantando boliches para obtener carbón y cultivando pequeños huertos familiares, en una zona comprendida entre la Torre y la ría.

LA TORRE Y EL MUELLE DE LA COMPAÑÍA

El muelle con vigas de hierro y maderas de rija, instalado frente a la Torre y el Cuartel de Carabineros , pasó a denominarse “muelles de la Compañía” y, más tarde, al construirse el nuevo embarcadero de la ría, “Muelle Viejo”. Se desguazó en 1952, cuando su uso era un peligro y ya se había prohibido el acceso al mismo, aunque solo fuera para la práctica de la pesca con caña o cordel.

En las inmediaciones de la Torre, desde el Muelle se accedía a las casetas de baños, el embrión durante medio siglo de la moderna Punta Umbría.

Las dos imágenes son un exponente de la dinámica reciente del litoral, que provocó el paulatino alejamiento de la Torre de la orilla de la ría y del mar.

LAS PESQUERÍA Y LA TORRE

A mediados del siglo XVIII, las torres habían cumplido su cometido, pues raramente los corsarios se acercaban a las costas suratláticas. Antes de su ocupación por el cuerpo de carabineros a mediados del siglo XIX, a los torreros aún se les asignó la misión del control de los barcos arrastreros.

La llegada de valencianos y catalanes en aquellos años supuso la multiplicación de los capitales pesqueros y el peligroso abuso de los artes de arrastre, los «bous». Los cabildos locales trataron de hacer cumplir lo establecido por las nuevas leyes acerca de artes y vedas.

Los emplazamientos de las torres de almenara sirvieron para tratar de cumplir esta nueva función de control.

LA VIDA DE LOS TORREROS

Para el cuidado y vigilancia de las Torres se hicieron extensibles algunas de las normas ya existentes en las defensas de la «costa de Granada». En tales instrucciones de defensa se prescribe para guardas y escuchas la prohibición de tener «perros ni hurón, ni lazos ni redes, ni otro ningún aparejo de cazar o pescar». Igualmente que habite con ellos mujer. Deberían elegirse entre mancebos sueltos y sanos que tengan conocimiento de las cosas del mar y de la tierra».

Pero, al margen de estas normas, el verdadero problema de las Torres de Almenara estribaba en las dificultades económicas de su mantenimiento. Maxime si se considera que su ubicación implicaba a varios municipios coma la Arenilla estaba en el término de Palos y Punta Umbría en el de Cartaya, perteneciente al señorío de Gibraleón, mientras que su radio de acción afectaba a otros términos, comenzando por la propia Huelva.

Para atender a lo que correspondía en esta última hubo de crearse una nueva contribución sobre la venta del pescado. Desde entonces, y con cierta regularidad hasta 1670, gracias al nuevo impuesto y a su arriendo pudieron dotarse de medios modestos a las torres. Los arrendamientos solían ser de tres años, a razón de 3.000 reales anuales. Aunque más tarde se amplió a cuatro años y 4.000 reales anuales.

Para el siglo XVII, dos eran por lo común los vigías, a veces se habla de «vigías-artilleros», con que contaba cada torre. Sus salarios eran de tres reales diarios y la manutención, siendo lo normal que trabajasen desde principios de marzo hasta principios de noviembre.

SOLIMÁN EL NEGRO DE LA BARRA SALTÉS

En su Huelva Ilustrada (1762), Mora Negro narra la saga de la familia Garrocho, encargada de la defensa de la costa onubense al frente de la famosa embarcación “La Galeota”. En 1673, José de Vega Garrocho rindió las embarcaciones que trataban de adentrarse por la barra bajo el mando del pirata turco Solimán el Negro. Solimán venía precedido de gran fama como terrible e inteligente pirata. Pero Garrocho descubrió su debilidad: una patológica superstición. Buscó el viejo casco de un barco al que tallaron, en proa y popa, las formas de un monstruo marino, lo cubrieron de brea y sus hombres lo ocultaron en los bajos de Saltés aguardando la llegada del pirata.

Cuando apareció su embarcación prendieron fuego a la artimaña y, creada la confusión, pudieron asaltarla y hacer prisioneros a los 145 turcos que la tripulaban.

CAUTIVOS

Muy al contrario de lo que cabría esperar, la culminación de todo el sistema defensivo y las costas de Andalucía no hizo desaparecer los asaltos corsarios a lo largo de todo el siglo XVII. Antes bien, hubo de reforzarse la acción de las defensas costeras con pequeñas escuadras locales. Desde los inicios del siglo XVII, con las defensas costeras apunto, comienza a funcionar la modesta escuadra local al mando de la familia de los Garrocho, «capitanes de la mar de Huelva».

Con los asaltos se inicia la toma de cautivos para obtener rescates. Para intermediar en las mismas tierras africanas surgieron numerosas instituciones. Aquí serán los mercedarios quienes lleven a cabo una labor más efectiva y continuada, aún antes de instalarse en el convento de la Merced de Huelva.

CAUTIVOS II

Los cautiverios de españoles entre infieles se iniciaron con la misma invasión musulmana. En ese instante debieron comenzar también las redenciones. En los primeros momentos, la libertad debió gestionarse a título personal, por los mismos cautivos o sus familiares y amigos. Un ejemplo bien universal fue el rescate de Cervantes por su familia, del que se conserva el recibo.

Cuando intervienen los mercaderes, exigen una comisión por los rescates, en función de su cuantía y de las dificultades de acceso a los cautiverios.

Más excepcionalmente, la propia corona, con ocasión de algún conflicto, pudo mediar, y aún exigir, la liberación o el intercambio de cautivos. Solo más tarde irán surgiendo instituciones auténticamente especializadas en el rescate de cautivos, inspiradas en el sentido clásico de la beneficencia cristiana y, por tanto, con fines no lucrativos. Aunque también por intercambio de cautivos infieles podía accederse con frecuencia a la liberación.

Las cuantías de los rescates son bastante variables. Un primer factor lo impone en lugar de cautiverio, aunque nuestras fuentes no siempre lo expliciten. Así, por ejemplo, el precio de la libertad de Berbería (Tetuán, Fez, Marruecos, Mequinez, etc.) solía ser más alzado, a pesar de la proximidad de estas tierras que el de Argel, sin duda el centro de las redenciones en África. En esta ciudad lo normal era llegar a los 200 pesos plata, mientras que los otros lugares es frecuente subir hasta los 600 pesos.

En las costas de Huelva el mayor número de cautiverios se produce entre fines del siglo XVI y mediados del XVII.

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